Esta imagen relata una profunda realidad:
No vemos el mundo cómo es.
Vemos el mundo cómo somos.
Interpretamos la vida desde nuestra percepción, juzgamos desde nuestra historia, las formas mentales (creencias, patrones e introyectos) limitan nuestro entendimiento definen o al menos influyen en la relación con el exterior, con eso que llamamos mundo.
La jirafa ve al león desde su altura, la hormiga lo pintaría muy distinto y un pececito en el estanque donde toma agua seguramente apreciaría un león distinto al de estas dos miradas.
Así nos ocurre a nosotros, vemos a los demás únicamente desde nuestra óptica.
Pero el problema no es que los veamos así, sino que los juzgamos según nuestra percepción.
Les pedimos cambios desde nuestra limitada idea de cómo deberían ser.
Nos enfadamos porque no se comportan como “deberían” bajo la lupa de nuestro estrecho criterio personal.
Cuánto más juzgas y cuánto más arrogante eres frente a los demás, demuestras la limitación de tu propia estructura interior.
El león no es lo que la jirafa ve.
No tiene que convertirse en la imagen que la jirafa percibe.
Quien tiene que cambiar es la jirafa, asumiendo que la totalidad de la realidad no es la que percibe.
Y quizá si es una jirafa sabia podrá abrirse a mirar más allá de los límites de su altura y su posición respecto al león.
A eso se le llama consciencia y es un tema profundo.
Recuerda: ves el mundo cómo eres
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