No todos van a entender el camino que recorres.
De hecho, tal vez sean muy pocas las personas que, a lo largo de tu vida, lleguen a conectar contigo a un nivel profundo, no-superficial, de alma a alma.
Sin que las expectativas,
los miedos y las necesidades del ego acaben empañándolo todo.
En esta sociedad de prisas, consumismo y "usar y tirar", lo inusual
(todavía) es llegar al corazón del otro.
Compartir.
Quitarse la careta.
Dejar de exigir...
Así, pues, no caigas en el desánimo y, a pesar de todo, continúa avanzando dando lo mejor de ti.
Pero aprendiendo, eso sí, a reconocer caretas y carencias.
A identificar máscaras y sonrisas que tan solo encubren vacíos que requieren ser llenados, ahora o nunca, por quien sea.
A descubrir si en esos
ojos que te miran hay más guerra que amor, y más exigencia que comprensión.
Sé amor, por supuesto.
Tiende tu mano siempre que sea posible.
Pero no pierdas de vista las auténticas motivaciones del otro.
No por desconfianza, ni por miedo, sino por conciencia: cuando comprendes que el otro no puede salvarte, y que tampoco tú puedes salvar al otro, la perspectiva cambia, el camino se despeja y te aproximas a lo real, a lo espontáneo, a lo verdadero.
A la paz.
Javier López Alhambra
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