Las raíces de los arboles
sagrados se extienden y penetran profundamente en el cuerpo de la Madre Tierra.
Sus ramas se alzan como manos que intentan tocar el Cielo.
Sus ramas se alzan como manos que intentan tocar el Cielo.
Los frutos de este árbol
son las cosas buenas que la Naturaleza otorga al pueblo: la generosidad, la
paciencia, la sabiduría, la humildad entre otros dones preciosos.
Los abuelos nos enseñaron
que la Vida del Árbol es la Vida del Pueblo.
Si el pueblo se aparta
mucho de la seguridad del Árbol, si olvida comer sus frutos o si se
vuelve contra él y lo destruye, una gran tristeza cae sobre el pueblo.
El pueblo deja de soñar y
tener visiones comienzan a discutir por trivialidades ya no son honestos unos
con otros, ni con ellos mismos.
El pueblo olvida como vivir en su Tierra el pueblo se envenena y contamina lo que toca.
El pueblo olvida como vivir en su Tierra el pueblo se envenena y contamina lo que toca.
Los Ancestros dijeron que
estas cosas suceden pero también dijeron que el Árbol Sagrado no muere
jamás.
Anunciaron la llegada de
una era en la que el pueblo despertara de nuevo y comenzara de nuevo a
escuchar las enseñanzas.
Al principio la búsqueda
será temerosa y en silencio hasta encontrar el fruto guardado en la mente y los
corazones sabios de todos los pueblos en la Tierra.
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