Porque son eternos niños.
Porque no saben de odios.
Porque lo dan todo sin pedir nada.
Porque se dan a entender sin palabras.
Porque su mirada es pura como su alma.
Porque son sanadores.
Porque dan la vida por ti.
Porque aman con lealtad y fidelidad.
Porque son compañeros eternos.
Porque son amigos que nunca traicionan.
Porque ellos tienen el sentimiento del amor más elevado que pueda existir en este plano.
Por esto y mil cosas más merecen nuestro amor.
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