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Quedate ahí, con vos mismo, bien cerquita de tu
experiencia, de tu sentir, tranquilo, silencioso.
No intentes desesperadamente salir de ese estado,
sentirte “bien”.
Lo que te hace sentir “mal” es la lucha, la exigencia, la
falta de amor, comprensión y aceptación. La raíz del sufrimiento es la falta
de amor que padeciste en tu infancia.
Entonces quedate con vos, en paz, como la cálida
presencia amorosa acompañando a tu corazón herido.
Vas a ver qué dulzura se siente, cuánto amor, cuánta
incondicionalidad.
Y así, a fuego lento, tu corazón irá sanando y te irás
llenando de vos mismo, te irás llenando de luz. Cada vez serás más grande,
más fuerte, más feliz y tendrás menos necesidades.
Te convertirás en lo que siempre fuiste: tu propia fuente
de amor.
Ivo Makaroff
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