Ni siquiera ha crecido la hierba.
No se puede ser vagabundo y artista y al mismo tiempo un burgués sano y cuerdo.
Si quieres embriaguez, ¡Acepta también la resaca!
Si quieres sol y bellas fantasías, ¡Acepta también la suciedad y el hastío!
Todo está dentro de ti, el oro y el barro, el deleite y la pena, la risa infantil y la angustia mortal.
¡Acéptalo todo, no te aflijas por nada, no intentes rehuir nada!
No eres un burgués, tampoco eres un griego, no eres armónico y dueño de ti mismo, eres un pájaro en plena tormenta.
¡Déjala rugir!
¡Déjate llevar!
¡Cuánto has mentido!
¡Cuántos miles de veces, incluso en tus libros y poesías, has fingido ser el armonioso y sabio, el feliz, el iluminado!
¡Lo mismo han fingido ser los héroes al atacar en la guerra, mientras las entrañas temblaban!
¡Dios mío, qué siniestro y fanfarrón es el hombre, sobre todo el artista, sobre todo el poeta, sobre todo yo!”.
Hermann Hesse
El caminante
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