Una noche hubo una cena comunitaria en la Casa Club.
Los dos sentados en la misma mesa, uno frente al otro.
Durante la comida él la miró y la miró admirado y finalmente juntó el coraje para preguntarle:
-¿Quieres casarte conmigo?
Después de unos segundos de "cuidadosa consideración", ella respondió:
-Sí. ¡Sí, acepto!
La comida terminó y luego de algunos intercambios agradables de palabras, se fueron a sus respectivos hogares.
A la mañana siguiente, él despertó preocupado y dudoso de la respuesta de ella…
¿Dijo sí o dijo no?
No podía recordar.
Lo intentó y lo intentó, pero simplemente no recordaba, no tenía ni siquiera una vaga idea; inquieto, fue al teléfono y llamó a su amiga.
En primer lugar, le explicó que su memoria no era tan buena como solía serlo.
Luego le recordó la noche hermosa, que habían pasado y con un poco más de coraje, le preguntó:
-¿Cuando te pregunté si querías casarte conmigo, dijiste, sí o no?
Él quedó encantado al oírla decir:
-Te dije que sí, que sí, acepto y lo dije con todo mi corazón. Y estoy muy feliz de que me llamaras, no podía recordar quién me lo había pedido.
Fuente: Anders Leyva
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