Existe una leyenda corta que cuenta que entre la luna y el lobo, hay un vínculo mucho más poderoso y mágico del que cualquier ser humano en la Tierra se pueda imaginar.
Tú no lo sabes, pero hace muchos años, el lobo no era el animal que conocemos hoy en día, sino un hombre hosco y solitario, que no se relacionaba con los demás.
Él amaba tanto la soledad, que decidió irse a vivir solo a una cueva apartada en el bosque.
De día salía para cazar y así sobrevivir por su cuenta.
Nadie se atrevía a acercarse a su hogar, pues era bien sabido que este ermitaño no le daba la bienvenida a nadie.
Una noche, mientras él se encontraba calentándose cerca de una fogata que había hecho, una joven muy hermosa se acercó a la caverna.
Su piel era blanca como la nieve y su pelo parecía hecho de reflejos de plata.
-Por favor.
Murmuró débilmente, mientras andaba al interior de la cueva.
-¿Podrías dejar que pase aquí la noche? Estoy agotada. No he comido nada en días.
El hombre estuvo a punto de negarse pero en ese momento, la muchacha se desmayó de hambre y cansancio.
Él la tomó en sus brazos y la recostó en su cama, que estaba formada por pieles y heno.
Ahí, la chica permaneció inconsciente por días, mientras el desconocido la alimentaba con leche y hierbas medicinales.
Todas las noches estuvo velando su sueño.
Finalmente, la jovencita despertó y al ver como él había cuidado de ella, le dio las gracias y se hicieron amigos.
Durante un tiempo estuvieron viviendo juntos y el ermitaño, por primera vez en su vida, sintió que disfrutaba de la compañía de alguien más.
Sin embargo, un buen día su invitada se marchó sin decir una palabra.
Temiendo que algo le hubiera ocurrido, el hombre salió a buscarla y pasó mucho tiempo internándose en el bosque.
Debido a esto y a la pena que lo atormentaba, poco a poco fue perdiendo su humanidad.
Su cuerpo se llenó de pelo y su rostro se alargó, le crecieron garras y colmillos afilados, y aprendió a correr sobre sus cuatro patas.
Había nacido el lobo...
Tiempo después, volvió a encontrarse con la chica en un claro del bosque. Ella lo acogió entre sus brazos y le reveló que era la luna.
Cada medio siglo, tomaba forma humana y bajaba a la Tierra para convivir con los hombres.
Pero antes no le estaba permitido descender, ni quedarse por más tiempo, pues en el cielo la necesitaban.
No obstante, ella amaba al lobo tanto como él la adoraba.
Así que le concedió el don de la inmortalidad.
Es por eso que hasta hoy en día, el lobo siempre le aúlla a la luna, pues a menudo la extraña y no deja de pensar en ella.
De vez en cuando, ella se acerca a la Tierra y entonces pueden volver a estar juntos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario