Muere quien precisa amar el golpe, quien le hace un altar a la indiferencia y no recibe de la vida un momento de suspiro, quien no se detiene a sentir el sol o el miedo a perderse en el sendero desconocido, muere lentamente y sin vuelta atrás, quien siente que la vida no sabe a nada por no atreverse a nada jamás.
Ricardo Morado
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