miércoles, 15 de junio de 2016

Macho


Tras nuestra fachada del canchero impenetrable, indestructible y autosuficiente, se esconde un niño que no tuvo más remedio que hacerse cargo de sí mismo para sobrevivir, y construyó murallas, para no ser herido.
Tal vez, ya es tiempo de sacarnos armaduras y entender de una vez por todas que pedir, y recibir , son un acto de profunda madurez y abundancia.

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