Había
una vez, cuatro individuos llamados Todo el Mundo, Alguien,
Nadie y Cualquiera. Siempre que había un trabajo que hacer, Todo el Mundo
estaba seguro que Alguien lo haría. Cualquiera podría haberlo hecho, pero
Nadie lo hizo. Cuando Nadie lo hizo, Alguien se puso nervioso porque
Todo
el Mundo tenía el deber de hacerlo. Al final, Todo el Mundo culpó a
Alguien cuando Nadie hizo lo que Cualquiera
podría haber hecho.
Los mejores maestros te muestran dónde mirar pero no te dicen qué ver.
Conocer algo es el intento por correr el velo de lo aparente para comprender la esencia de lo que se percibe como real.
Quizá el viaje consista en no volverse aquello que no somos a fuerza de creerse que el fenómeno es real.
S.M.
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