Callejero…
Viejo y solo, pensé que un perro iba a colmar mi existencia.
Lo encontré callejero, sucio, hambriento, le hice caricia, me siguió sin temor.
Ahora es mi perro, yo soy su dueño.
Hablo con él, él me responde lamiéndome las manos.
-‘Fido mañana no tendremos para comer, la jubilación se acabó, ¡tendremos que esperar!’.
Llega ese día bendecido, en la fila, con los demás jubilados, el libreto destrozado por el tiempo, estrecho entre las manos, espero mi turno.
Fido menea la cola contento.
Él sabe que hoy comeremos más y un poco mejor.
Ya es invierno…
Está fría mi casa sin fuego…
Él está cerca y me calienta…
El comienzo de la primavera nos encuentra unidos agradeciendo al sol, mientras del corazón, me nace una oración:
′Gracias Señor por haber creado al perro’.
Charles Bernal
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