La idea del ser espiritual perfectamente asentado en un tranquilo distanciamiento, sin preferencias ni aversiones, aceptándolo todo con una serenidad total, no es más que otra contracción mental, un cuento de hadas que emana de la necesidad de ver la iluminación como algo diferente y especial que nos aparta totalmente de lo que somos.
Es fácil, para cierto tipo de caracteres ascéticos y disciplinados, cultivar un desapego que resulta más atractivo para algunos buscadores porque ejerce una poderosa atracción sobre aquellos que sienten que la renuncia y la virtud están más cerca de la divinidad que la frivolidad y las sábanas de seda; pero, en realidad, eso no tiene nada que ver con la liberación.
Tras la liberación, el personaje puede continuar estando extremadamente malhumorado, siendo tremendamente perezoso o seguir llegando al aeropuerto con más de tres horas de antelación para asegurarse de no perder su vuelo.
Richard Sylvester
Fuente:d. Trompa de Elefante
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