Podían hacer el amor, fumar, beber a su antojo, ir a donde quisieran.
Sobre todo, aplastarnos con su poder indomable.
Ahora sé por larga experiencia el lugar común:
En realidad no hay adultos, sólo niños envejecidos.
Quieren lo que no tienen:
El juguete del otro.
Sienten miedo de todo.
Obedecen siempre a alguien.
No disponen de su existencia.
Lloran por cualquier cosa.
Pero no son valientes como lo fueron a los diez años:
Lo hacen de noche y en silencio y a solas.
Sobre todo, aplastarnos con su poder indomable.
Ahora sé por larga experiencia el lugar común:
En realidad no hay adultos, sólo niños envejecidos.
Quieren lo que no tienen:
El juguete del otro.
Sienten miedo de todo.
Obedecen siempre a alguien.
No disponen de su existencia.
Lloran por cualquier cosa.
Pero no son valientes como lo fueron a los diez años:
Lo hacen de noche y en silencio y a solas.
José Emilio
Pacheco
MFZ
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