jón,
tómalo.
Luego volvió a rezar los sutra, como si nada hubiera pasado.
El ladrón permaneció sorprendido por un momento, luego se apresuró a llegar al cajón que le habían indicado para sacar el dinero.
A estas alturas se levantó la voz de Shichiri:
Luego volvió a rezar los sutra, como si nada hubiera pasado.
El ladrón permaneció sorprendido por un momento, luego se apresuró a llegar al cajón que le habían indicado para sacar el dinero.
A estas alturas se levantó la voz de Shichiri:
-No te lo lleves todo. Mañana necesito
un poco para pagar impuestos.
El ladrón puso algo de dinero en el
cajón.
Mientras se iba a escapar, fue
detenido por la voz del Maestro que lo inquiría fuertemente:
-¿Cómo? Tomaste el dinero y no
agradeces… No es educado: agradece.
El ladrón, sacudido por la franqueza y la imperturbabilidad del monje, dijo unas palabras de agradecimiento, luego salió corriendo de la casa de Shichiri.
Unos días después, el delincuente fue atrapado y confesó, entre otros, el robo perpetrado en la casa del Maestro.
El ladrón, sacudido por la franqueza y la imperturbabilidad del monje, dijo unas palabras de agradecimiento, luego salió corriendo de la casa de Shichiri.
Unos días después, el delincuente fue atrapado y confesó, entre otros, el robo perpetrado en la casa del Maestro.
Cuando éste fue llamado como testigo,
Shichiri le dijo al juez:
-Este hombre no es un ladrón, al menos
por lo que a mí respecta. Yo le di el dinero y él también me dio las gracias.
Salió de la cárcel, después de cumplir su deuda con la justicia, el ladrón se convirtió en discípulo del Maestro Shichiri Kojun. Muchos años después, llegó a la iluminación.
Salió de la cárcel, después de cumplir su deuda con la justicia, el ladrón se convirtió en discípulo del Maestro Shichiri Kojun. Muchos años después, llegó a la iluminación.
Historia Zen
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