sábado, 27 de junio de 2020

Por Siempre



 
Ella se miró al espejo, luego me miró, estaba sentado yo en la cama, y me pregunto:
-¿Te sigo gustando aún?
-Como el primer día-le respondí.
Ella se llevó las manos a la cintura, y me preguntó:
-¿Te has fijado que mi cuerpo ya no es el mismo de cuando nos conocimos?
-iNo! -le respondí.
Se llevó las manos al busto y me preguntó:
-¿Te has fijado que mi busto ya está caído?
iNo! -le respondi.
Ella se levantó la bata, miró sus piernas y me preguntó:
-¿Te fijaste que mis piernas ya no son duras y tersas como
antes, y están venosas?
iNo! -le respondí una vez más.
Entonces se acercó a mí, y con lágrimas en los ojos me preguntó:
-Entonces:
-Qué haces a mi lado si ya no me ves, ni te diste cuenta de cómo ha cambiado mi cuerpo?.
-Dormimos juntos todos los días desde hace más de 40 años, ¿y no te has dado cuenta que no soy la misma de ayer?
Le sonreí y le dije:
-Mucho antes de mirar tu cuerpo, vi tu forma de ser.
-Mucho antes de tocar tu cuerpo, sentí tu forma de amar.
-Mucho antes de mirar tu busto levantado y turgente, vi en tu
pecho un corazón lleno de bondad.
-Mucho antes de ver tu figura sensual, te sentí una dama.
-Te sentí mi mujer.
Tomando un suspiro profundo le dije:
-No te pongas triste por cómo te ves, ponte alegre por cómo te sigo sintiendo.
-Yo me enamoré de la sensualidad y bondad de tu alma, no de la vanidad de tu cuerpo.
A través de las lágrimas le dibujé una sonrisa que hizo brillar nuevamente su bello rostro, y le dije como es mi costumbre:
-Por siempre serás el amor de mi vida.

Fuente: Luz Palomera Díaz

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