Escuché que estamos en el mismo
barco. Pero no es así.
Estamos en la misma tempestad, pero no en el mismo barco.
Mi barco puede naufragar y el tuyo no. Y viceversa.
Para algunos, la cuarentena está óptima: momento de reflexión, de re-conexión.
Estamos en la misma tempestad, pero no en el mismo barco.
Mi barco puede naufragar y el tuyo no. Y viceversa.
Para algunos, la cuarentena está óptima: momento de reflexión, de re-conexión.
Suave,
en chancletas, con un whisky o un té.
Para otros, esto es una crisis desesperante.
Para algunos, una paz, tiempo de descanso, vacaciones.
Para otros, una tortura: ¿Cómo voy a pagar mis cuentas?
Algunos están ocupados en elegir una marca de chocolate para pascuas.
Otros están preocupados por el pan para el final de semana, si los fideos alcanzan para unos días más.
Algunos están en el “home office” de su casa del country.
Otros están revolviendo basura para sobrevivir.
Algunos quieren volver a trabajar porque se les está terminando la plata.
Otros quieren matar a aquellos que rompen la cuarentena.
Algunos necesitan romper la cuarentena para hacer cola en los bancos.
Otros critican al gobierno por las colas en los bancos.
Algunos publican fotos de jubilados. Pero algunos de esos que publican fotos, seguramente podrían acompañar a algún familiar anciano.
Unos tienen fe en Dios y esperan milagros durante este 2020.
Otros dicen que lo peor está por venir.
Entonces, no estamos en el mismo barco.
Estamos pasando un momento en el cual nuestras percepciones y necesidades son ‘completamente’ distintas.
Y, cada cual, saldrá, a su manera, de esa tempestad.
Algunos, con el bronceado de la pileta. Otros con cicatrices en el alma.
Por tales motivos evidentes (y por otros invisibles), es muy importante ver más allá de lo que se ve a primera vista.
No solo mirar, pero más que mirar, ver.
Para otros, esto es una crisis desesperante.
Para algunos, una paz, tiempo de descanso, vacaciones.
Para otros, una tortura: ¿Cómo voy a pagar mis cuentas?
Algunos están ocupados en elegir una marca de chocolate para pascuas.
Otros están preocupados por el pan para el final de semana, si los fideos alcanzan para unos días más.
Algunos están en el “home office” de su casa del country.
Otros están revolviendo basura para sobrevivir.
Algunos quieren volver a trabajar porque se les está terminando la plata.
Otros quieren matar a aquellos que rompen la cuarentena.
Algunos necesitan romper la cuarentena para hacer cola en los bancos.
Otros critican al gobierno por las colas en los bancos.
Algunos publican fotos de jubilados. Pero algunos de esos que publican fotos, seguramente podrían acompañar a algún familiar anciano.
Unos tienen fe en Dios y esperan milagros durante este 2020.
Otros dicen que lo peor está por venir.
Entonces, no estamos en el mismo barco.
Estamos pasando un momento en el cual nuestras percepciones y necesidades son ‘completamente’ distintas.
Y, cada cual, saldrá, a su manera, de esa tempestad.
Algunos, con el bronceado de la pileta. Otros con cicatrices en el alma.
Por tales motivos evidentes (y por otros invisibles), es muy importante ver más allá de lo que se ve a primera vista.
No solo mirar, pero más que mirar, ver.
Ver
más allá de partido político, más allá de religión, más allá del propio
ombligo.
No menosprecies el dolor del otro si vos no lo sentís. No juzgues la buena vida del otro, no condenes la mala vida del otro.
No menosprecies el dolor del otro si vos no lo sentís. No juzgues la buena vida del otro, no condenes la mala vida del otro.
Simplemente
nadie es juez.
Estamos en barcos distintos.
Estamos en barcos distintos.
Cada
cual que navegue su ruta y obviamente sin dejar de ser solidarios.
Desconozco el autor
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