Que tus despertares te despierten.
Y que al despertarte, el día que
comienza te entusiasme.
Que tengas la lucidez de
concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruce en tu
camino.
Y que no te olvides de saborear la
comida, detenidamente aunque solo se trate de pan y agua.
Y que encuentres algún momento durante el día, aunque sea corto y breve para elevar tu mirada hacia lo alto y agradecer, por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno.
Y que encuentres algún momento durante el día, aunque sea corto y breve para elevar tu mirada hacia lo alto y agradecer, por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno.
Y
que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.
Y
que tus brazos, abracen.
Y
que tus besos, besen.
Y
que los atardeceres te sorprendan y que nunca dejen de maravillarte.
Y que no confundas tu trabajo con tu vida, ni tampoco el valor de las cosas con
su precio.
Y que no confundas tu trabajo con tu vida, ni tampoco el valor de las cosas con
su precio.
Como
un pequeñísimo homenaje al misterio de la vida que nos acoge, nos abraza y nos
bendice.
Leí por ahí esta
oración del año nuevo judío y me encantó.
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