Un día, un viejo campesino se encontraba en un
bosque cuando vio un bambú brillar.
Al cortarlo, encontró a una niña del tamaño de su
pulgar.
El viejo la llevó a casa y junto con su esposa la
adoptaron y nombraron Kaguya-hime.
A partir de ese momento, cada vez que el viejo
cortaba un pedazo de bambú, en su interior encontraría un pedazo de oro,
convirtiéndolos en una familia rica.
La niña creció del tamaño de una persona ordinaria y
de singular belleza.
Príncipes de todo el país pedían la mano de
Kaguya-hime, quien siempre los rechazaba.
Finalmente, el emperador de Japón, Mikado, se
enamoró de ella y le pidió su mano.
El emperador, al igual que los príncipes, fue
rechazado.
La joven confesó a sus padres que ella realmente era
una princesa de la Luna, y que pronto su gente vendría por ella.
El emperador mandó a guardias a custodiar la casa
para impedir que la gente de la Luna se la llevara.
Esto no impidió su partida.
El emperador recibió de su parte una carta y un
elixir de la inmortalidad.
Al leer la carta, y con una profunda tristeza,
preguntó a sus sirvientes cuál era la montaña más cercana al cielo, alguien
respondió que la montaña en la provincia de Suruga.
El emperador ordenó que fueran al punto más alto de
ésta y quemaran una carta escrita por él, junto con el elixir de la
inmortalidad, con la esperanza de que así llegaría su mensaje a la Luna.
El elixir nunca se apagó y ocasionó que la montaña
se convirtiera en un volcán.
La leyenda japonesa más
antigua
de la que se tiene
registro sugiere
que el monte Fuji
recibió su nombre
de la palabra
inmortalidad (不死 fushi).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario