Existía un hombre muy rico que a pesar de tener mucho dinero tenía una naturaleza mezquina. No soportaba el hecho de gastar ni siquiera un centavo de su dinero.
Un hermoso día, el Maestro Zen Mo fue a visitarlo.
-El monje dijo: “Suponga que mi puño estuviera cerrado así para
siempre, desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambio; ¿cómo llamaría a
esto?...”
-“Una anormalidad una deformación.”
-“Una anormalidad una deformación.”
-“Suponga que esta mano estuviera abierta así para siempre,
desde el nacimiento hasta la muerte, sin cambio; ¿cómo llamaría a esto?...”
-“Eso también sería una anormalidad.”
-“Eso también sería una anormalidad.”
-“Sólo es preciso que usted comprenda lo que acabamos de
conversar, para que se convierta en una persona rica y feliz.
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