Mirá hacia adentro y preguntate
¿Qué
está mal en este momento?
Te vas sorprender al saber que en realidad no hay nada de malo con el presente, es
más bien con los remordimientos del pasado y las preocupaciones del futuro con
las que empezamos a sentir ansiedad.
No
negues los problemas que estás enfrentando, pero tampoco te pierdas en ellos.
Estar
presente aporta un estado de mayor alerta y seguridad interior.
Reíte
de vos mismo
Cuando
te des cuenta que estás obsesionado con alguna inquietud o preocupación, reíte
de vos mismo.
Simplemente
mirá hacia el cielo y pensá:
"¡Ay,
lo estoy haciendo de nuevo!"
Cuando
no te tomas tan en serio, comenzás inmediatamente a desarmar la preocupación y
la ansiedad que están en tu mente.
Esto
te va a ayuda a mirar más objetivamente la situación que se te presenta y a
evaluar las acciones por tomar con mayor claridad.
Aprende
a fluir
Como
adultos, hemos perdido la capacidad de fluir.
Nos
aferramos a la idea de lo que queremos y luchamos contra la corriente de la
vida porque creemos que lo que esperamos en el futuro es lo que va a hacernos
felices, pero esa no es la verdad.
Nuestra
felicidad depende de las decisiones que tomamos en cada momento.
¿Estoy
eligiendo ser feliz o estoy luchando por lo que quiero?
¿Estoy aferrado a una
idea o estoy dispuesto a fluir?
La
próxima vez que te encontres luchando por mantener una posición, soltate.
Hacé la prueba, a ver qué pasa.
Cuando
lo hagas, vas a experimentar por ti mismo la paz que viene.
En
un instante, cuando decidís soltar, la paz inunda tu vida.
La
resistencia no puede traer paz.
Es
a través de la entrega que se encuentra la calma.
Cuando
luchas, perdes, pero cuando soltas, siempre ganas.
Pensamiento del Dragón y el Guerrero
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