Regresa a ti mismo y mira; si aún no te ves bello, haz como el escultor de una estatua que debe llegar a ser hermosa: quita, raspa, pule y limpia, hasta que hagas aparecer un bello rostro en la estatua.
También debes retirar todo lo superfluo, enderezar todo lo que sea tortuoso, limpiar todo lo que esté oscuro.
Abrillántala, y no ceses de esculpir tu propia estatua hasta que aparezca en ti el divino esplendor de la virtud.
Hasta que veas la sabiduría en pie sobre su sagrado pedestal.
¿Has llegado a esto?
¿Has visto esto?
Plotino
Fuente: Misael Fuentes Zavala
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