Es muy difícil saber con exactitud hasta dónde podemos llegar.
Hablo por mí, por supuesto, aunque a veces utilice el plural.
También ignoramos de qué podemos ser capaces y de lo que podemos llegar a resistir o comportarnos en determinados momentos.
Por lo general no nos conocemos lo suficiente y, o tendemos a sobre o infra-valorarnos.
Ya hace tiempo que procuro evitar la especulación e intento no preocuparme por nada, no es que no me importe lo que sucede, pero el sentimiento de angustia que puede provocar esa preocupación merma nuestra capacidad de reacción.
Nunca, nunca, las cosas se desarrollan como las "vive" nuestra preocupación.
Llegado el momento temido, los acontecimientos se desarrollan de forma distinta.
Aprendí que la preocupación es una ilusión, ya que nadie físicamente puede ocupar ningún espacio antes de estar presente, si no se puede físicamente, tampoco se debería mentalmente.
No hace mucho he descubierto el término "resiliencia". Según leo en la Wikipedia:
"La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a situaciones adversas.
Esa capacidad de resistencia se prueba en situaciones de estrés, como por ejemplo el debido a la pérdida inesperada de un ser querido, al maltrato o abuso psíquico o físico, a prolongadas enfermedades temporales, al abandono afectivo, al fracaso, a las catástrofes naturales y a las pobrezas extremas.
Podría decirse que la resiliencia es la entereza más allá de la resistencia.
Es la capacidad de sobreponerse a un estímulo adverso".
Particularmente me ayudan unos axiomas que aprendí de mi maestro Peter Yang: "Serenidad, más serenidad, enaltece la personalidad" "Calma, más calma, robustece el alma" "Tranquilidad más tranquilidad, aumenta la vitalidad" "Suavidad más suavidad, endereza la atrocidad".
Toni Ruiz
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