lunes, 26 de octubre de 2020

El Mensaje

Seguimos sin entender que desde el punto de vista espiritual, el mensajero es absolutamente irrelevante, es el mensaje el que cuenta.

Cuando espero un paquete y tocan el timbre, ¿me preocupa, más allá de los saludos de cortesía, la vida del empleado de la mensajería?

¿Espero a ver si me parece físicamente atractivo, le pregunto si tiene familia y si la trata bien, etc?

No, por supuesto.

Porque lo que nos interesa es el paquete y su contenido.

De la misma forma caemos una y otra y otra vez en la idolatría, en el culto a la personalidad, cuando nos concentramos en la apariencia o forma de ser de quien nos está dando la información espiritual.

Sería bueno entender primero, que muchas personas notables siguen siendo humanas e imperfectas. También que nosotros, si estamos en una situación de esperar recibir algo, estamos dando por sentado que dicha persona posee algo valioso.

Lo valioso es por la naturaleza misma del mensaje, la persona sólo es la lanzadera, la herramienta por la que llega ese mensaje.

Pero seguimos sin entenderlo.

Seguimos a Buda, a Krishna, a Yeshua, a Lao-Tsé, etc, etc.

Ni uno solo de esos seres notables pidió jamás que lo siguieran, ni solicitaron jamás adoración de su individualidad.

Como humanos especiales que eran, comprendían que lo esencial era el mensaje.

Preferimos, como los niños, darle toda nuestra atención al envoltorio del juguete.

 

Yosef Veira

foto: Phil Borges.

 

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