El anciano general,
triunfador de mil batallas, estaba en su casa apreciando su colección de
antigüedades.
Tomó un precioso jarrón de
porcelana para mirarlo detenidamente y, al volver a ponerlo en su lugar, casi
se le cae.
Con un movimiento
desesperado atrapó el jarrón en el aire y dijo:
-¡Huy! ¡Qué susto!
Al rato pensó:
-He dirigido a miles de
soldados, enfrentando muchas situaciones de vida o muerte y jamás sentí miedo.
¿Por qué hoy me asusté tanto a causa de una vasija?
Finalmente, el anciano
comprendió que la causa de su miedo era el apego al objeto deseado y el temor a
perderlo.
Entonces, tomó el jarrón y
lo arrojó contra el piso, rompiéndolo en mil pedazos.
El general nunca se sintió
tal libre.
Tomado de Facebook
muro de Daniel Paz
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