Le puse el seguro a la puerta del auto y al levantar la mirada vi a este tipo, caminando hacia mí.
Se parecía a Peter mi viejo amigo
pero no era Peter.
Era un hombre demacrado
en jeans y camisa azul de trabajo
y me dijo:
“Oye, mi esposa y yo
necesitamos algo para comer,
morimos de hambre”
Miré detrás de él
y ahí estaba su mujer
que me miró con ojos a punto
de lágrima.
Le di un billete de cinco.
“¡Te amo, hombre!”, gritó,
“No me lo gastaré en bebida”.
“¿Por qué no?”, le contesté,
“Es lo que yo haría…”
Me alejé para entrar a un edificio,
arreglé unos cuantos asuntos.
Salí, regresé al auto,
como siempre pensando
si hice lo correcto
o si fui víctima de un engaño.
Mientras conducía,
recordé mis años de miseria,
hambriento más allá de cualquier arreglo
nunca pedí a nadie un centavo.
Esa noche, después de unos tragos,
le expliqué a la mujer con la que vivía
lo mucho que daba dinero a vagabundos,
pero que yo
en los tiempos más obscuros
de hambre en mi vida
me negué a pedir nada a nadie.
“Lo que pasa es que ni para eso
servías”, dijo ella.
Se parecía a Peter mi viejo amigo
pero no era Peter.
Era un hombre demacrado
en jeans y camisa azul de trabajo
y me dijo:
“Oye, mi esposa y yo
necesitamos algo para comer,
morimos de hambre”
Miré detrás de él
y ahí estaba su mujer
que me miró con ojos a punto
de lágrima.
Le di un billete de cinco.
“¡Te amo, hombre!”, gritó,
“No me lo gastaré en bebida”.
“¿Por qué no?”, le contesté,
“Es lo que yo haría…”
Me alejé para entrar a un edificio,
arreglé unos cuantos asuntos.
Salí, regresé al auto,
como siempre pensando
si hice lo correcto
o si fui víctima de un engaño.
Mientras conducía,
recordé mis años de miseria,
hambriento más allá de cualquier arreglo
nunca pedí a nadie un centavo.
Esa noche, después de unos tragos,
le expliqué a la mujer con la que vivía
lo mucho que daba dinero a vagabundos,
pero que yo
en los tiempos más obscuros
de hambre en mi vida
me negué a pedir nada a nadie.
“Lo que pasa es que ni para eso
servías”, dijo ella.
Charles Bukowski
Soy un fracaso