Justo
aquí, ahora, en este preciso momento, tú no tienes porqué “resolver” el resto
de tu vida, no importa lo que digan los demás.
En
este momento, no necesitas todas las respuestas, ellas vendrán a su tiempo, o
no, o quizás aquella pregunta innecesaria simplemente se desvanecerá.
No
hay prisa.
La vida no tiene prisa.
Sé como las estaciones del año.
El invierno, no está tratando de convertirse en verano.
A la primavera, no le urge ser otoño.
La misma hierba crece a su propio ritmo.
La vida no tiene prisa.
Sé como las estaciones del año.
El invierno, no está tratando de convertirse en verano.
A la primavera, no le urge ser otoño.
La misma hierba crece a su propio ritmo.
Las
elecciones que vayan a hacerse, se harán y en eso, no tienes ninguna otra
opción.
Las decisiones que se tomen se tomarán, los acontecimientos se irán revelando, sin embargo, en este momento tal vez no necesites saber las soluciones, o los resultados o cuál es la mejor manera de proceder.
Tal vez ese no saber, es un huésped.
Las decisiones que se tomen se tomarán, los acontecimientos se irán revelando, sin embargo, en este momento tal vez no necesites saber las soluciones, o los resultados o cuál es la mejor manera de proceder.
Tal vez ese no saber, es un huésped.
Tal
vez esa apertura a todas las posibilidades, es un amigo muy querido.
Tal vez incluso la confusión, pueda llegar a descansar aquí.
Tal vez incluso la confusión, pueda llegar a descansar aquí.
Y
así, en lugar de querer “arreglar” nuestras vidas, en lugar de tratar de
resolver cuidadosamente lo imposible y así completar esa historia épica de un “yo”
ficticio, simplemente nos relajamos en el absoluto no saber, desentrañando todo
en el cálido abrazo del misterio, sumergiéndonos profundamente en el momento,
saboreándolo plenamente con toda su singularidad y grandeza.
Y
entonces, tal vez sin ningún esfuerzo, sin lucha ni tensión, sin que “tú”
tengas que involucrarte en nada, las verdaderas respuestas surgirán dulcemente,
en su propio tiempo.
JF
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