Aunque
la ansiedad y el estrés son dos condiciones muy similares, también presentan
varias diferencias.
Lo
usual es que ambos términos se manejen como si fueran sinónimos, pero no lo son.
Saber
identificar la una o el otro no es un simple ejercicio teórico.
En
la práctica, nos ayuda a definir con mayor precisión cuál puede ser la
intensidad o gravedad de este tipo de malestares.
A
la dificultad de establecer las diferencias también se suma el hecho de que
existen varios tipos de estrés y de ansiedad.
Algunas
veces la clasificación se hace a partir de la intensidad de los síntomas.
Por
ejemplo, se habla de estrés crónico o de ansiedad generalizada.
Otras
veces se establecen las categorías a partir de la fuente o factor que las
causa. Por ejemplo, estrés laboral o ansiedad de abandono.
Sin
embargo, hay elementos que son comunes a todas las formas de estrés, como los
hay que aparecen en todas las formas de ansiedad.
Para
aclarar todo esto, veamos puntualmente cuáles son las principales diferencias
entre estrés y ansiedad.
El
origen del estrés y la ansiedad es diferente
En
el caso del estrés, la causa es fácilmente identificable.
Se
origina cuando hay una situación que debe enfrentarse y la persona no tiene, o
no cree tener, los recursos para hacerlo.
Lo
mismo ocurre con una tarea que se debe realizar, o con cualquier actividad que
se tenga que sacar adelante.
La
ansiedad, en cambio, tiene un origen más difuso.
La
amenaza o el peligro muchas veces no son identificables.
De
hecho, en muchos casos, no hay una razón objetiva para que se presente el
estado de inquietud, pero aún así se experimenta.
Por
otro lado, la ansiedad es muy sensible al condicionamiento y a la anticipación
y puede ser una consecuencia del estrés (presión).
Las emociones que
predominan
Otro
de los elementos que diferencian al estrés y la ansiedad son las emociones o
sensaciones que predominan.
En
el estrés hay, sobre todo, preocupación.
Esta
puede definirse como un estado en el que se mezclan el nerviosismo y la frustración.
Esto
puede incluir irritabilidad y, a veces, tristeza también.
En
la ansiedad, por su parte, lo que predomina es el miedo.
Se
trata de una sensación de peligro inminente que tiende a crecer como una bola
de nieve.
Es
una emoción invasiva que se extiende y se mantiene, generando un gran malestar
en el estado de ánimo.
El
miedo conduce a la perplejidad y, en casos graves, al bloqueo o la parálisis.
Los factores que
desencadenan el uno o el otro
En
términos generales, el estrés surge a partir de factores externos, mientras que
la ansiedad aparece por factores internos.
No
siempre es tan fácil distinguir los unos de los otros.
Lo
que marca la diferencia es la presencia de un estímulo ajeno al individuo o no,
en cada caso.
El
estrés se desencadena frente a hechos o situaciones específicos, que están en
el entorno.
Puede
ser el trabajo, o una tarea en especial, o el desplazamiento por determinado
territorio, etc.
En
cambio, en la ansiedad muchas veces es el mismo individuo el que se encarga de
desatarla.
Crea
y alimenta pensamientos catastróficos y sensaciones angustiosas, independientemente
de lo que haya en el entorno.
La
percepción del tiempo.
Dicen
que el estrés es un exceso de presente, mientras que la ansiedad es un exceso
de futuro.
Para
quien está estresado, el presente es infinito.
No
cree que pueda salir de una situación en la que se siente atrapado.
No
ve la forma como podría cambiar lo que le preocupa.
Siente
como si estuviera condenado eternamente a sufrir el impacto de determinado
estímulo.
En
la ansiedad lo que le ocurre a la persona es que siente temor por algo que
podría pasar, pero que no ha ocurrido; también puede haber ocurrido, pero no
puede intervenir sobre ello.
Muchas
veces ni siquiera sabe qué es ese algo.
Simplemente
se anticipa a todo lo negativo o catastrófico que podría suceder.
El
ansioso no logra evaluar con objetividad su presente, porque vive en función de
algo “terrible” que viene en camino o que ya pasó y fantasea con sus posibles
consecuencias sin que pueda mediar en ellas.
La desaparición de los
síntomas
Si
lo que le causa estrés a una persona es tener que ir al dentista, una vez lo
haga desaparecerá la inquietud.
Ese
es un rasgo distintivo del estrés: desaparece cuando el estímulo es eliminado,
o se supera la situación conflictiva, o se resuelve la dificultad.
Por
su parte, la ansiedad tiende a perpetuarse.
Retomando
el ejemplo anterior, si una persona con ansiedad va al dentista, su inquietud
no termina cuando sale de la consulta.
Quizás
imagine que podría perder toda la dentadura, o que esto es solo el síntoma de
una enfermedad peor que apenas comienza a manifestarse.
La
ansiedad se alimenta de una imaginación exacerbada y negativa.
Lo
importante de conocer todas estas similitudes y diferencias es que te permite
identificar mejor qué es lo que realmente te aqueja.
Lo
aconsejable es que pidas ayuda cuando el estrés se mantiene en el tiempo,
porque significa que no logras resolver una situación conflictiva que te está
haciendo daño.
También
es recomendable consultar a un profesional si detectas que lo tuyo es ansiedad,
ese miedo impreciso que no tiene comienzo ni fin.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario