jueves, 30 de marzo de 2017

Cuando Me Encontré Desnudo Como Un Alfiler

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Cuando me encontré desnudo como un alfiler comprendí
Comprendí algo indecible, comprendí con todo mi ser aunque mi pobre cabeza siga aún buscando como una rueda que por inercia gira.
De joven creía en mundos y maestros.
Durante tiempo estuve atrapado en los ropajes.
Hay ropajes de pureza, de despertar, de iluminación, de maestro o de alumno, e incluso de perdón.
Pero todo esto no son más que manifestaciones cambiantes, diferentes ropajes del único Ser.
Los trajes carecen de movimiento, debe haber una persona que los lleve.
Antaño pensaba lograr alguna meta, pero la verdad es que no hay nada que hacer, ningún lugar adonde ir, si no es descubrir la persona autentica que ya somos.
En todas partes, la gente habla del camino espiritual; dicen que si uno se esfuerza en la práctica obtiene el fruto de la misma.
No os equivoquéis; aunque alcancéis logros en la práctica, eso no es más que la causa y el efecto de la acción en el ciclo de nacimiento y muerte.
El esfuerzo arduo, el trabajo duro, todo eso es muy gratificante para el ego, siente que ‘él’ lo puede lograr, siente que ‘existe’ y ahí se auto perpetúa.
Obviamente este no es un mensaje muy atractivo para la mayoría de los buscadores.
La idea de que tú no vas a conseguir lo que deseas no vende.
Lo que vende es decir que si lo haces bien, si lo perfeccionas, y te esfuerzas en ello, si eres suficientemente diligente, ‘Lo Conseguirás’.
Comprendí que la vida es difícil y dolorosa por su propia naturaleza, no porque hagamos algo mal.
Todo el mundo ha experimentado ciclos buenos y malos, de felicidad e infelicidad, de arriba y abajo, según lo dictamina la mente.
Sin embargo, la mente se niega a aceptar que estos ciclos son inevitables y esta negativa implica frustración e infelicidad.
Es a este tipo de frustración y de infelicidad,  y no al dolor o placer del momento a lo que las Enseñanzas se refieren como el sufrimiento en la vida.
La aceptación de la existencia de estos ciclos significa reconocer el hecho de la vida y por tanto no implica una actitud ‘fatalista’.
La aceptación de estos ciclos, tan solo significa la observación desapasionada de estos ciclos como parte invitable de la vida sin que la mente se vea involucrada en ellos.
‘Esto también pasará’ es una actitud excelente ante la vida que evita frustración innecesaria.
Ir con el flujo no significa ser indiferente a aquello que cada momento nos trae.
No significa ‘desapego’.
Ir con el flujo significa disfrutar de los placeres que nos trae cada momento, precisamente porque no durarán; de manera análoga, significa afrontar el dolor que nos trae la vida de la mejor manera posible, sabiendo que también pasará.
La notable consecuencia de aceptar la vida e ir con el flujo es que los placeres parecen traer más placeres y los dolores menos dolores.
En otras palabras, ir con el flujo trae consigo un estado de paz y armonía, de gracia y bienestar y nos conduce a la completa alegría de ser.
Sólo una mente libre de la preocupación que se genera cuando piensas que es el hacedor puede ser receptiva a la paz y la tranquilidad en el día a día fenoménico.
Además, sólo una mente de este tipo, no fragmentada y limitada por la sensación de que uno o los demás son hacedores de sus acciones, puede ser receptiva a la experiencia de la consciencia ampliada a la que generalmente se denomina experiencia mística.
Sólo una mente en este estado, absolutamente desprovista de la sensación de ser el hacedor, puede permanecer libre de cualquier sensación de separación.
Y la ausencia de separación significa la presencia del amor.



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