Pintura de Helio Korzhev |
El hijo pródigo ¿eh?
Lo reciben con los brazos abiertos, se olvida todo y se vuelve a empezar.
Pero ¿qué es lo que podéis olvidar?
Vaya con la necia vanidad de la gente de bien.
Cuando circule entre vosotros y me estrechéis la mano, mientras ejercéis una discreta vigilancia sobre mí, vais a suponer que eso bastará para que me sienta rehabilitado.
Me cago en las rehabilitaciones, me cago en la gente de bien.
Es de mí mismo de quien tengo miedo.
Sólo yo tengo derecho a rehabilitarme y perdonarme.
Y no me perdono: me odio... ¿sabe qué hago desde hace seis años?
Pago, me he atado una piedra al cuello para caer hasta el fondo.
Ahora estoy allí, en el fondo, y no volveré a subir...
Jean-Paul Sartre