martes, 30 de noviembre de 2021

Oracion Al Duende De La Abundancia Para Riqueza Y Prosperidad

 

Duende mío que andas por el aire

como ángel en la tierra.

Duende mío,

en esta casa donde voy a entrar,

tenga llave o tenga puerta,

seré permitido diciendo:

Señor, con tu santa fe,

este camino por donde voy,

halle perros no me ladren,

halle gente no me sienta.

También duende mío te pido

que mi cuerpo, mi alma y mi espíritu,

sean unidos con el Ungido.

Duende mío, ya es hora

de darle fuerza a este cuerpo.

Duende mágico,

por la intercesión

de todos los poderes de la naturaleza

convierte nuestras pobres arcas

en rebosantes calderos de prosperidad,

descubre tus secretos y toca nuestro hogar

con la vara de la abundancia.

Cuando hagas esta oración,

pon un poquito de miel en tu ventana,

como ofrenda y agradecimiento para el duende.

 


 

lunes, 29 de noviembre de 2021

La Seguridad En Sí Mismo


 Un día un sabio maestro recibió la visita de un joven que se dirigió a él para pedirle consejo:

-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después...

Y haciendo una pausa agregó:

-Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-E... encantado, maestro.

Titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien.

Asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y al dárselo al muchacho, agregó:

-Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió.

Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, quienes lo miraban con algún interés.

Pero les bastaba el escuchar el precio del anillo; cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

Alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro!

Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Triste, subió a su caballo y volvió a donde el maestro se encontraba:

Dijo:

-Maestro lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que has dicho, joven amigo.

Contestó sonriente el maestro.

-Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar.

El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-¡58 MONEDAS! Exclamó el joven.

-Sí.

Replicó el joyero…

-Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate.

-Dijo el maestro después de escucharlo.

-Tú eres como este anillo: Una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto.

¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

 

sábado, 27 de noviembre de 2021

Las Apariencias Engañan


 

 

 

 

 

 

 

 

Las apariencias engañan pero la vibración no miente.

Cuando una persona tiene un buen corazón eso se nota desde lejos.

Las apariencias se construyen, pero la esencia siempre se revela

Nadie puede ocultar lo que es y trae consigo.

La vibración habla mucho más que las palabras.

Ella revela las intenciones que lleva el alma.

Es la vibración que da el tono, la belleza, el bienestar.

Las personas más hermosas siempre son aquellas que nos abrazan por dentro, que nos hacen sentir bien con su presencia, que poseen un aura de afecto, bondad y luz.

La gente no solo crea amistades, afectos y relaciones por gustos, sino por la sintonía de la energía.

La gente puede incluso enamorarse de la apariencia, pero es la vibración que conquista y hace quedarse.

Creo mucho que la intuición nunca falla, que la vibración siempre revela quienes son las personas, que es ella quién une y también aleja, porque una cosa es segura; las apariencias pueden ilusionar, pero la vibración jamás miente.

 

 

viernes, 26 de noviembre de 2021

Siempre Se Sana

Siempre se sana...siempre....

A todos nos abandonaron un día.

Y cuando digo abandonar, no me refiero sólo a un acto extraordinario.

Traumático. No.

Es más simple.

Pero duele igual.

A todos nos abandonaron en el medio de un lio.

En el inicio de un proyecto.

En el momento menos pensado.

En el momento más esperado.

A veces pasa, que te das vuelta y no tenes quien te junte nada, quien te dé la palmada en la espalda, quien te guiñe el ojo cuando algo te salió bien y quien te limpie las rodillas cuando te fuiste al pasto.

Todos sabemos de la soledad, que se siente cuando nos sentimos solos.

Porque todos fuimos abandonados un día.

Y entonces, encontramos un secreto tristísimo, un acto paliativo, para tapar ese pozo.

Vemos gente que se come la angustia tragándose un paquete de cigarrillos, el otro que corre y corre como un loco a ver si el viento en la cara le vuela ese agujero en el pecho.

Personas que se comen las uñas junto con los nervios y la ansiedad paralizante.

Paquetes de galletitas que van a parar a la boca sin noción de que lo que se intenta matar, no es el hambre.

O por lo menos, no ese.

Gente que se perforan la nariz y las venas, con alguna que otra cosa que lo pase a otra realidad por un par de horas.

El otro se pone a jugar lo que no tiene.

Vos comprarás compulsivamente cosas que no necesitas, para sentirte un poco vivo por un instante.

Y yo me quedaré mirando una película, que me habilita disimuladamente a llorar mirando afuera, lo que no tengo ganas de mirar adentro.

Es que somos tan jodidos con nosotros mismos que cuando peor estamos, es cuando más nos castigamos.

Porque todo eso que te comes, te come a vos.

Te pone peor.

Te suma al abandono, la culpa de hacer algo que sabés que no es genuino.

Que no es lo que querés.

No comés así por hambre.

No corrés por deporte, cuando te estás corriendo de vos.

No te intoxicás por placer.

No te acostás con esa persona por amor .

Tapás. Escondés.

Tirás abajo de la alfombra.

Cerrás los ojos.

Te ponés un bozal y un par de auriculares para no escuchar tu corazón.

Date cuenta.

Te estás comiendo a vos.

Y quizá, el secreto esté en frenar.

En sentir.

En recordar, que en ese abandono lo que te falta, es lo que tenés que buscar.

Amor.

Quizá sea hora de pedir ese abrazo.

De acostarte en las rodillas de tu mamá.

Llamar diciendo, sí, te juro que te necesito.

Es ahora.

Después no.

Ahora.

Andá a esa casa.

Hablá con quién te escucha.

Llorá.

Gritá.

Decí.

Pedí.

Hacer malabares, en medio del despelote, no tiene más que un resultado despelotado.

Resultado que no va a curar la herida que te sangra, porque le estás metiendo una curita.

Y las curitas no curan.

Las curitas tapan.

Y vos sabés muy bien que el dolor tapado no es dolor sanado.

Pará un poquito.

Mirá en el espejo de tu alma.

Frená.

Mirá lo que te falta y salí a buscarlo en dónde creas que lo puedas encontrar.

De verdad.

No revolotees como mosca en platos vacíos.

Pedí lo que necesitás si ves que solo no podés.

Porque no hay peor abandono que el que se hace a uno mismo.

Con eso no se juega.

No tenés derecho.

Salí de ahí.

Cuidate a veces de vos mismo.



Lorena Pronsky