martes, 13 de agosto de 2019

La Otra Sintaxis


Un hombre mirando fijamente sus ecuaciones dijo que el universo tuvo un comienzo.
Hubo una explosión, dijo.
Un estallido de estallidos, y el universo nació.
Y se expande, dijo.
Había incluso calculado la duración de su vida: diez mil millones de revoluciones de la Tierra alrededor del Sol.
El mundo entero aclamó; hallaron que sus cálculos eran ciencia.
Ninguno pensó que al proponer que el universo comenzó, el hombre había meramente reflejado la sintaxis de su lengua madre; una sintaxis que exige comienzos, como el nacimiento, y desarrollos, como la maduración, y finales, como la muerte, en tanto declaraciones de hechos.
El universo comenzó, y está envejeciendo, el hombre nos aseguró, y morirá, como mueren todas las cosas, como él mismo murió luego de confirmar matemáticamente la sintaxis de su lengua madre.

La Otra Sintaxis
¿El universo, realmente comenzó?
¿Es verdadera la teoría del big bang?
Éstas no son preguntas, aunque suenen como si lo fueran.
¿Es la sintaxis que requiere comienzos, desarrollos y finales en tanto declaraciones de hechos, la única
sintaxis que existe?
Ésa es la verdadera pregunta.
Hay otras sintaxis.
Hay una, por ejemplo, que exige que variedades de intensidad sean tomadas como hechos.
En esa sintaxis, nada comienza y nada termina; por lo tanto, el nacimiento no es un suceso claro y definido,
sino un tipo específico de intensidad, y asimismo la maduración, y asimismo la muerte.
Un hombre de esa sintaxis, mirando sus ecuaciones, halla que ha calculado suficientes variedades de intensidad para decir con autoridad que el universo nunca comenzó y nunca terminará, pero que ha atravesado, atraviesa, y atravesará infinitas fluctuaciones de intensidad.
Ese hombre bien podría concluir que el universo mismo es la carroza de la intensidad y que uno puede abordarla para viajar a través de cambios sin fin.
Concluirá todo ello y mucho más, acaso sin nunca darse cuenta de que está meramente confirmando
la sintaxis de su lengua madre.

Juan Matus

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