Desedúcate, sé humilde, sé
simple.
Inclínate ante la grandeza de una flor, de una nube, de un insecto.
Inclínate ante la grandeza de una flor, de una nube, de un insecto.
No seas nada.
No seas nadie.
Sé literalmente una nada.
Y cuando estés
completamente vacío o vacía, el recipiente se puede llenar de todo lo que
realmente eres.
¿Quién puede herir a un
ego que ya está vacío?
En ese momento ya eres invencible, ilimitado, eterno.
En ese momento ya eres invencible, ilimitado, eterno.
Nikos Kazantzakis
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