sábado, 25 de agosto de 2018

La Carta De Un Anciano

La conmovedora carta que un anciano abandonado en un asilo dejó al morir



¿Qué ves?
¿Qué ves?
¿Qué estás pensando cuando me miras?
¿Ves un hombre viejo, irritable, no muy sabio, con hábitos inciertos con ojos lejanos?
Que regatea con la comida y no responde, cuando dices en voz alta ¡espero que la pruebes!
¿Y que pierde un calcetín o lo zapatos?
Que a veces resistiendo y a veces no te permite hacerlo a tu manera, bañarse y comer ¿así para llenar el largo día?
¿Es esto que estás pensando?
¿Es esto que ves?
Abre los ojos no me estás mirando a mí.
Acepté el regalo de nacer y comí según su agrado.
He sido un niño de 10 años con un padre y una madre, hermanos y hermanas que se amaban.
Un joven de dieciséis años con las alas a los pies soñaba que pronto encontraría a una mujer para amar.
Fui un esposo de veinte años con el corazón que se me salía por el pecho.
A los veinticinco años tuve junto a mí a mi esposa que necesitaba de mí para seguir adelante y tuve una casa y era realmente feliz.
Un hombre de treinta años, mis hijos crecieron rápidamente, unidos entre ellos con una relación que debería durar.
A los cuarenta años, mis jóvenes hijos crecieron y siguieron sus caminos, pero mi mujer se quedó junto a mí para ver que todo fuera bien.
A los cincuenta años, una vez más los niños jugaban sentados en mis piernas, y luego me llegaron los días oscuros, mi mujer murió.
Miraba el futuro y sentía escalofríos de terror.
Y crecieron mis hijos y también sus hijos.
Y hoy pienso en los años transcurridos y al amor que conocí.
Ahora soy un hombre viejo y la naturaleza ha sido cruel.
Es una burla la vejez, te miran todos como si fueras un imbécil.
El cuerpo se deshace la gracia y la fuerza, desaparecen.
Pero dentro de esta carcasa vive aún un joven, y de vez en cuando mi corazón se inflama y me vuelvo incierto.
Recuerdo las alegrías recuerdo el dolor. Y estoy amando y viviendo la vida de nuevo.
Pienso en los años, que siempre son muy pocos y que pasaron rápidamente.
Y aceptar el hecho desnudo y crudo que nada puede durar.
Por lo tanto, gente abran los ojos abran y vean.
No ven un nuevo viejo e irritable.
Miren más de cerca…
¡Me ven a mí!
No abandonemos a nuestros ancianos, no los dejemos en la soledad que a menudo la vejez obliga a sufrir.
Recordemos que son personas, con una vivencia, una sabiduría, una historia que contar…


 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario