Mi mano derecha que ha escrito tantas cosas lindas, y mi mano izquierda que no ha escrito nada; la derecha no se siente superior, y la izquierda no se siente inferior.
Un día clavaba un un clavo con la derecha y se fue hacia un lado y golpeó a la izquierda, automáticamente solté el martillo y acaricié y cuidé a la izquierda, la derecha no le recordó nunca que la había cuidado ni le pidió que le devolviera el favor y la izquierda no le pidió el martillo para devolverle el golpe, ambas manos se entrelazaron y reconocieron que ambas eran totalmente iguales y que pertenecían al mismo ser.
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