Muaviya,
señor de todos los fieles, estaba durmiendo en su palacio.
Su
palacio estaba cercado y las puertas tenían cerrojos.
Era
imposible que un extraño pudiese penetrar en él.
Sin
embargo, alguien tocó a Muaviya para despertarlo. Cuando abrió los ojos, no vio
a nadie y se dijo:
-Es
imposible entrar en mi palacio. ¿Quién ha podido hacer esto?
Después
de muchas búsquedas, encontró a alguien que se ocultaba tras una colgadura.
Le
dijo:
-¿Quién
eres y cómo te llaman?
-¡El
pueblo me llama Satanás!
-¿Y
por qué me has despertado?
-Porque
es la hora de la oración y tienes que ir a la mezquita. No olvides que el
profeta dijo que no debía tolerarse ningún retraso en la oración.
Muaviya
le dijo:
-¡Es
extraño que tú invoques esta razón, pues nada bueno ha venido nunca de ti! ¡Es
como si un ladrón viniera pretendiendo querer montar la guardia!
-En
otros tiempos -replicó Satanás- yo era un ángel y mi alma se alimentaba con mis
plegarias. Era entonces compañero de otros ángeles y eso ha quedado en mi
naturaleza. ¡Me es imposible olvidar el pasado!
-Es
cierto, pero eso no impide que hayas cerrado el camino a muchos sabios. ¡No
puedes ser fuego sin quemar! Dios te ha hecho abrasador y quien se acerca a ti,
necesariamente se quema. Tu pretendida sabiduría se parece al canto de las aves
imitado por los cazadores.
-Aparta
la duda de tu corazón, dijo Satanás, yo soy una piedra de toque para la verdad
y la falsedad. No puedo afear lo hermoso. Mi existencia no es sino un espejo
para lo hermoso y para lo feo. Soy como un jardinero que corta ramas muertas.
El árbol protesta: "¡Soy inocente! ¿Por qué me destruyes?" Y yo
respondo: "No porque estés torcido, sino porque estás seco y sin savia. Tu
naturaleza, la esencia de tu semilla es mala. Nunca has sido cruzado con una
buena esencia. Sin embargo tu naturaleza habría salido ganando si te hubiesen
injertado un esqueje de buena esencia".
-¡Cállate!
-exclamó Muaviya-, ¡es inútil que intentes convencerme!
Se
volvió hacia Dios y le dijo:
-¡Señor
mío! ¡Sus palabras son como niebla! ¡Ayúdame! Él es muy fuerte argumentando y
temo su astucia.
Satanás
dijo:
-El
que es presa de una mala duda se vuelve sordo ante millares de testigos. No te
lamentes ante Dios por mi causa. Llora más bien ante tu propia maldad. ¡Me
maldices sin razón pero harías mejor mirándote a ti mismo!
Muaviya
respondió:
-¡Es
la mentira la que hace nacer la duda en el corazón!
-¿Y
tienes tú un criterio para distinguir lo verdadero de lo falso?
-La
verdad procura la paz del corazón, pero la mentira no lo conmueve. Es como un
aceite que se ha mezclado con el agua: ya no puede arder. Dime: tú, el enemigo
de todos los que velan, ¿por qué me has despertado? ¡Respóndeme y sabré si
dices verdad!
Satanás
intentó eludir la respuesta, pero Muaviya instó a que se explicara y acabó por
confesar:
-Voy
a decirte la verdad. Te he despertado para que no te retrases en la mezquita.
Pues si te hubieras retrasado, tu arrepentimiento habría anegado el universo.
Las lágrimas habrían brotado de tus ojos y el arrepentimiento de alguien para
quien la oración es un placer es aún más fuerte que la oración. ¡Te he
despertado, pues, para que tu arrepentimiento no te permita acercarte más aún a
Dios!
Muaviya
exclamó:
-¡Ahora
dices la verdad! No eres sino una araña en busca de moscas. ¡Y me has tomado
por una mosca!
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